Un señor de Polonia, bastante despistado y adicto al pistacho, confunde un aparcamiento de bicis con su santa esposa
Mico Locadovich, contador de baldosines y alcohólico profesional, ha sorprendido a sus vecinos por semejante confusión. La portera de su bloque nos confesó a la redacción: “Mico no es tonto, ni mucho menos, se lo hace para salirse con la suya. El otro día coincidí con él en el ascensor y al guiñarle un ojo me toco los pechos, este va a lo que va, está claro”
Mico Locadovich, contador de baldosines y alcohólico profesional, ha sorprendido a sus vecinos por semejante confusión. La portera de su bloque nos confesó a la redacción: “Mico no es tonto, ni mucho menos, se lo hace para salirse con la suya. El otro día coincidí con él en el ascensor y al guiñarle un ojo me toco los pechos, este va a lo que va, está claro”
Aunque luego le pidió la mano al parking de bicicletas, el cura no quiso casarlos, no sólo porque ya estaba casado sino porque el dicho parking se negaba a hacer el curso prematrimonial, ya que argumentaba: “Un tío con sotana que se tira todo el día encerrado leyendo revistas de moda de monaguillos me va a decir a mí como vivir la vida con mi futuro marido, ni de coña, que yo vengo de la universidad de la calle, donde más se aprende”. Mico Locadovich tras el disgusto por la boda cancelada y por las palizas de su primera esposa huyó de Polonia para instalarse en un pueblecito de la costa brava. Está intentado formalizar su relación sentimental con dos hidropedales, aunque se rumorea que también mantiene una relación en secreto con una barbacoa muy caliente.
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