Augusto Lamido, un señor soso y parco en palabras, ha descubierto por casualidad que se puede mimetizar en helado. Desde entonces no para de hacer amigos
Augusto siempre había sido reservado y anodino. Sus dos únicos amigos eran un cactus y una aspiradora, con los cuales practicaba arriesgadas maniobras de masturbación. Un trabajo aburrido en la parroquia del barrio, donde se dedicaba a pinchar condones que luego regalaba, no le ayudaba a sentirse útil. Todo esto cambió cuando esperando el autobús sentado alguien le lamió.
(El Sr. Lamido esperando a nuevos amigos)
El mismo Sr. Lamido nos cuenta: “Acababa de comprarme un cactus en el centro comercial, ya que mi amigo Bartolo no paraba de repetirme que quería conocer a alguien de su especie. Y sentado esperando el bus sentí como una señora me lamía el hombro, al principio me asusté pero ahora estoy muy contento. Llevo dos semanas aquí sentado y no paro de hacer amigos… aunque no tengo conversación con ellos, siento que me quieren y me lamen”
1 comentarios :
nadie da duros a pesetas señor lamido, sus amigos son unos golosointeresados, adhierase a la realidad.Por cierto me he quedado helado.
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¡Manifiéstese gañan!