Como están cambiando los tiempos, quien nos iba a decir que las máquinas que antes nos ayudaban a hacer café o a quitarnos los pelos de la nariz se convirtieran en unos correveidiles.
Nadie se había dado cuenta hasta que uno de nuestros reporteros, el gran Inocencio Feldespato se metió de lleno en la industria de los roboses. Se hizo pasar por experto de bisagras en una empresa japonesa llamada K.A.G.A.D.A., ésta empresa se había arruinado hace tiempo y en teoría no tenía que estar funcionando, estaba claro que algo se cocía en la trastienda.

Nuestro infiltrado investigó durante meses en la empresa tapadera y pudo sacar varias conclusiones claras. La primera fue que lo de trabajar, además de penoso y molesto, puede provocar deseos irrefrenables de dejar de trabajar. De hecho Inocencio ha pedido excedencia nada más volver, cosa que se agradece porque es un haragán de cuidado.
Otro fruto de su investigación fue que la portera de la empresa estaba liada con el encargado de tuercas y manubrios, el cual a su vez le hacía la pelota al director de suelo, un tal Mr. Koito que por las noches se travestía y hacía un número de geisha loca en un lupanar de Kioto… total, que si los roboses se hacen cotillas demostrarán que son más humanos, pero mucho menos inteligentes.
Otro fruto de su investigación fue que la portera de la empresa estaba liada con el encargado de tuercas y manubrios, el cual a su vez le hacía la pelota al director de suelo, un tal Mr. Koito que por las noches se travestía y hacía un número de geisha loca en un lupanar de Kioto… total, que si los roboses se hacen cotillas demostrarán que son más humanos, pero mucho menos inteligentes.
1 comentarios :
ya me los imagino pidiendo un pisito en el centro,con 7 mini roboses y un mario droguista.
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¡Manifiéstese gañan!